miércoles, 13 de febrero de 2008

La Mano de la Buena Fortuna, de Goran Petrović

La Mano de la Buena Fortuna es una novela que trae algo de magia a nuestras vidas. Gira en torno al concepto de lectura total, según el cual todas las personas que están leyendo simultáneamente el mismo libro pueden encontrarse entre sus renglones y vivir dentro de él, incluso experimentar vivencias que no están descritas. ¿Qué mejor para huir de una vida gris que refugiarse (¡literalmente!) entre las páginas de un libro? Pues eso es lo que hacen los lectores de un libro titulado Mi legado, cuyo autor, Anastas Branica, escribió precisamente para pasar el resto de sus días con la mujer a la que amaba.

En La Mano de la Buena Fortuna, Goran Petrović narra con una prosa cautivadora la vida de los lectores de este libro y de sus relaciones dentro y fuera de él. En cualquier caso es un autor al que no debemos perder de vista (tiene más libros traducidos al castellano) todos aquellos lectores como yo a los que, como a los protagonistas de la novela, no nos importe dejarnos llevar por la fantasía. Y quién sabe si, mientras leemos La Mano de la Buena Fortuna, un día, leyendo una página al azar, nos encontremos con alguna presencia inesperada.

domingo, 11 de noviembre de 2007

El conte numero tretze, de Diane Setterfield

No han pasado ni ocho horas desde que acabé de leer esta novela, así que como esta vez presiento que la olvidaré pronto (ya que no me ha causado mucho impacto), voy a hablar de ella hoy mismo.

En El conte número tretze, Vida Winter, una famosa escritora británica de avanzada edad que se encuentra gravemente enferma, contrata a Margaret Lea, hija de un librero que hasta el momento solo ha publicado una biografía sobre unos hermanos gemelos, para que escriba y publique por primera vez sus memorias. Margaret se instala en la mansión de la señora Winter, una casona encantada y en ruinas en pleno campo de Yorkshire. Su dueña irá desvelando poco a poco a Margaret su terrible infancia, desconocida hasta entonces para el mundo entero. Pero más allá de lo que explica la señora Winter, se esconde un secreto que Margaret no descubrirá hasta el final, al tiempo que va aceptando los misterios de su propia vida.

Compré El conte número tretze en julio (confieso que fue en el Carrefour), buscando una lectura fácil y entretenida para el verano, y en cambio a punto he estado de abandonarla al menos en dos ocasiones, ya que no consiguió atraparme hasta llegar a la mitad. A partir de ahí, no obstante, cada vez me apetecía más seguir leyendo y las últimas 50 páginas casi las he leído de un tirón.

Se trata básicamente de un relato de misterio con pinceladas melodramáticas. Hay continuos saltos en el tiempo y, aunque apenas hay referencias temporales, cuando la señora Winter habla de su infancia es imposible no situarla en la campiña inglesa de la época victoriana, con mujeres de aspecto fantasmal salidas de algún libro de Henry James o Wilkie Collins. Este género nunca me ha gustado demasiado; quizá es esa atmósfera tenebrosa y no la trama, que poco a poco va atrapando al lector, lo que no he me ha gustado de esta novela.

Por cierto, a Vida Winter le puse la cara de la actriz Judy Dench; quizá porque asocié el carácter amargo de la señora Winter con la mueca de desagrado de la actriz en la película Shakespeare enamorado, que le valió un Oscar.


Judy Dench en Shakespeare enamorado

miércoles, 17 de octubre de 2007

El Imperio de los signos, de Roland Barthes

Este es un libro indispensable para todos los que se sientan atraídos por el sistema de escritura japonesa y su influencia en las costumbres de la sociedad nipona. Cuidado: no es una guía de Japón, ni una exaltación de su exotismo: El Imperio de los signos es una colección de impresiones acerca de varios aspectos muy concretos de la vida en el Japón de los años 70 (la mayoría permanecen inalterables hoy en día) y un análisis de cómo estos se ven influidos por el peculiar sistema simbólico japonés.

Para Barthes, padre de la semiótica moderna (la semiótica se dedica al estudio de los signos), el signo japonés posee una calidad muy superior a la de cualquier otro en cuanto a su trazado, pero lo que más le interesa es que se trata de un significante vacío de significado. Esta idea del significado que huye está presente en todos los rincones de la sociedad japonesa: en el teatro, en las viviendas, en la forma de empaquetar los regalos. Y sobre todo en los haikús, esos breves poemas que en absoluto describen (al menos no según lo que los occidentales entendemos por describir), sino que son la pincelada, un instante; o bien en los bellos grabados en los que no se sabe dónde acaba la escritura y comienza el dibujo.


La letra MU, el vacío


El Imperio de los signos se disfruta mejor si se tienen unos mínimos conocimientos de lingüística para situarse rápidamente ante conceptos como significante, significado, signo, símbolo, referente, etc. Los lectores que carezcan de ellos quizá se pierdan en la densa espesura de los pensamientos de Barthes. A destacar especialmente las fotografías e ilustraciones y sobre todo las notas a pie del propio autor (las manuscritas aparecen en francés), seleccionadas y dispuestas, por decirlo así, "a la japonesa": «El texto no "comenta" las imágenes. Las imágenes no "ilustran" el texto: tan sólo cada una ha sido para mí la salida de una especie de oscilación visual, análoga quizá a esa "pérdida de sentido" que el Zen llama "satori"» (pág. 5).

domingo, 12 de agosto de 2007

Shelfari

Antes de irme de vacaciones quiero hablar sobre Shelfari. Se trata de una web que te permite crear una estantería (de ahí su nombre: "shelf" es estantería en inglés) con los libros que has leído, dar tu opinión y compartirla con los demás. Viene a ser como este blog pero con el atractivo de que Shelfari te muestra una estantería virtual con las portadas de los libros. A mí me parece una fantástica idea, porque es como ir a casa de un amigo, echar un vistazo a su librería y preguntarle qué nos recomienda. No obstante, le veo una pega: las dificultades que supone encontrar algunos libros en su motor de búsqueda. No sé qué bases de datos utiliza, pero Si menges una llimona sense fer ganyotes ni siquiera sale en Amazon. Y olvidaos también de encontrar la versión traducida en castellano de algunos libros.

De todos modos, es una web ideal para devoradores de libros y muy fácil de usar. Aquí dejo la estantería que he empezado a montar (he puesto dos libros que aún no he acabado de leer):

lunes, 30 de julio de 2007

Si menges una llimona sense fer ganyotes, de Sergi Pamies

[Empezamos bien este post: blogger.com no me deja poner el acento a la "a" de Pàmies en el título.]

Hace ya más de un mes que inauguré este blog y en ese tiempo han pasado varios libros por mis manos sobre los que no he tenido tiempo de escribir. Quiero empezar hablando de este porque, a pesar de que por su tamaño pueda pasar desapercibido, lleva en sus páginas mucho más de lo que aparenta y me ha dejado un extraño sabor de boca (¿será la acidez de los limones del título?).

Si menges una llimona sense fer ganyotes contiene 20 cuentos sobre historias de la vida cotidiana que empiezan con una situación aparentemente banal que luego se exprime a veces hasta lo absurdo: un vecino nuevo que pide consejo sobre la compra de un coche, una inocente excursión de padre e hijo, un pequeño cambio en las costumbres de un hombre que odia los cambios. Cada una de estas situaciones se desarrollará de manera irónica o más bien fantástica, o de ambas formas a la vez, pero servirá de excusa para tratar sobre el amor, el desengaño, la muerte o la envidia con una agudeza sorprendente.

Hay mucho más de lo que parece en este diminuto objeto de 18 x 12 cm, de apenas 1 cm de espesor y de 143 páginas con una letra a prueba de miopes. No creo que haya alguien que pueda permanecer indiferente a los relatos de Pàmies; yo ya tengo ganas de leer algún otro volumen de cuentos. Y prefiero no hablar mucho más de este libro para evitar, ya que hablamos de cuentos, contar demasiado. Destaco dos relatos que me han inquietado especialmente: "El pou" y "L'excursió".

domingo, 24 de junio de 2007

N.P., de Banana Yoshimoto

Inauguro este blog con N.P., de Banana Yoshimoto. Me lo he leído en tres tardes, ni más ni menos; no tanto porque sea fácil de leer, que también, sino porque es una lectura tan absorbente como sus personajes.

Kazami, una adolescente que trabaja en el departamento de literatura angloamericana de una universidad japonesa, se reencuentra tras un tiempo con Otohiko y Saki, hijos de Takase, un escritor que se suicidó a los 48 años y autor de una recopilación de cuentos escrita en inglés. Shoji, el ex novio de Kazami, también se había suicidado mientras intentaba traducir al japonés el cuento número 98, el último, titulado "N.P". Tras este reencuentro, Kazami se convierte en una especie de punto de apoyo para los hermanos y para Sui, un tercer personaje que pone en cuestión las relaciones entre todos ellos, al tiempo que Kazami se ve poco a poco arrastrada a la agobiante atmósfera del cuento. El fantasma del suicidio está presente en todo momento y acosa a los personajes hasta el final.

De este libro no me interesa tanto la desnudez con que Yoshimoto desarrolla temas tabú como el incesto, el suicidio, la muerte en general o el lesbianismo (aunque a menudo me pregunto si realmente el suicidio es algo tan común en la sociedad japonesa como parece en la novela: dos de los cinco personajes se suicidan, y el resto baraja constantemente esa posibilidad). Para mí, todos estos asuntos forman parte de la línea argumental que ciertamente es atractiva. No obstante, lo que me ha empujado a seguir leyendo una página más cada vez que intentaba dejar este libro sobre la mesa son los párrafos en los que Kazami describe sus impresiones sobre lo que ocurre a su alrededor y cómo ella misma empieza a fundirse no solo con los otros personajes, sino con todas las cosas inertes que la rodean desde que empieza hasta que termina el verano, como el simple brillo del sol en la carrocería de un automóvil. Visiones así, casi siempre fugaces, la conmueven enormemente. Todos nos hemos sentido así en alguna ocasión: es un breve momento de conciencia sobre algo que captan los sentidos, e inmediatamente nos damos cuenta de su fugacidad. He leído en algunas críticas que este libro es puro mono no aware, la esencia misma de la cultura japonesa: una especie de empatía por las cosas y una cierta nostalgia por su fugacidad:

"Al salir, todo me emocionó. Los fuertes rayos del sol, el asfalto brillante, el verde intenso de los árboles inmóviles. Suspiré profundamente."

Esa especie de dulce nostalgia que siente Kazami por el verano, su estación favorita, es la que más me atrae de este libro; eso y las fuertes relaciones de dependencia que súbitamente establecen algunos de los personajes entre sí (un tipo de relaciones que a mí me hacen sentir incómoda y que solo soy capaz de observar desde lejos).

He leído que los libros de Banana Yoshimoto son habitualmente tildados de superficiales en las críticas literarias. Si conmoverse con el paso de las nubes por el firmamento es superficial, no puedo estar más de acuerdo con esas críticas, pero yo creo que en N.P. hay mucho más. No conozco Japón (aunque me encantaría), pero me da la sensación de que el personaje de Kazami refleja a la perfección las inquietudes de la juventud japonesa actual. El estilo de Yoshimoto es directo, sencillo, y aún así muy potente. Casi todas sus novelas han sido un éxito de ventas en Japón y otros países. A mí N.P. me ha despertado curiosidad por la autora y no será este el único libro que lea de ella, pero como ahora no me apetece volver a leer sobre asuntos tan letales (por lo visto, la muerte es una constante en sus novelas), dejaré el próximo para más adelante. Quizá escoja Kitchen.

Más información sobre la autora y su obra en www.yoshimotobanana.com (en japonés e inglés).