domingo, 11 de noviembre de 2007

El conte numero tretze, de Diane Setterfield

No han pasado ni ocho horas desde que acabé de leer esta novela, así que como esta vez presiento que la olvidaré pronto (ya que no me ha causado mucho impacto), voy a hablar de ella hoy mismo.

En El conte número tretze, Vida Winter, una famosa escritora británica de avanzada edad que se encuentra gravemente enferma, contrata a Margaret Lea, hija de un librero que hasta el momento solo ha publicado una biografía sobre unos hermanos gemelos, para que escriba y publique por primera vez sus memorias. Margaret se instala en la mansión de la señora Winter, una casona encantada y en ruinas en pleno campo de Yorkshire. Su dueña irá desvelando poco a poco a Margaret su terrible infancia, desconocida hasta entonces para el mundo entero. Pero más allá de lo que explica la señora Winter, se esconde un secreto que Margaret no descubrirá hasta el final, al tiempo que va aceptando los misterios de su propia vida.

Compré El conte número tretze en julio (confieso que fue en el Carrefour), buscando una lectura fácil y entretenida para el verano, y en cambio a punto he estado de abandonarla al menos en dos ocasiones, ya que no consiguió atraparme hasta llegar a la mitad. A partir de ahí, no obstante, cada vez me apetecía más seguir leyendo y las últimas 50 páginas casi las he leído de un tirón.

Se trata básicamente de un relato de misterio con pinceladas melodramáticas. Hay continuos saltos en el tiempo y, aunque apenas hay referencias temporales, cuando la señora Winter habla de su infancia es imposible no situarla en la campiña inglesa de la época victoriana, con mujeres de aspecto fantasmal salidas de algún libro de Henry James o Wilkie Collins. Este género nunca me ha gustado demasiado; quizá es esa atmósfera tenebrosa y no la trama, que poco a poco va atrapando al lector, lo que no he me ha gustado de esta novela.

Por cierto, a Vida Winter le puse la cara de la actriz Judy Dench; quizá porque asocié el carácter amargo de la señora Winter con la mueca de desagrado de la actriz en la película Shakespeare enamorado, que le valió un Oscar.


Judy Dench en Shakespeare enamorado